Lanzarote puede parecer una isla árida y despoblada de vegetación. Sin embargo, alberga algunas zonas de especial interés botánico, por ser el hogar de numerosos endemismos locales. Estos hábitats naturales resultan un espacio para el conocimiento de las diversas especies de flora (con más de 700 táxones diferentes) que componen los ecosistemas característicos de Lanzarote, destacando el carácter exclusivo de numerosas plantas terrestres.

La cercanía de la isla al continente africano ha propiciado unas condiciones climáticas singulares, que reducen el número de pisos bioclimáticos en comparación con las islas occidentales del archipiélago canario. A esto se une la escasa altitud de su relieve, que permite solo de forma puntual la formación del característico mar de nubes asociado a los vientos alisios. No obstante, pueden distinguirse distintos pisos de vegetación en función del origen y propiedades de los suelos, sometidos a condiciones extremas de insolación durante prácticamente todo el año.

Un primer piso de vegetación estaría formado por zonas costeras cuyos suelos presentan una elevada salinidad como, por ejemplo, los saladares. Estos paisajes se caracterizan por estar sometidos a la subida de las mareas, fenómeno que provoca la inmersión periódica de la vegetación y que genera las condiciones ideales para la observación de aves acuáticas. La existencia de múltiples microorganismos viviendo en las aguas saladas atrae, cada año, a numerosas especies migratorias a estos paisajes costeros, sirviendo de refugio para muchos ejemplares durante el invierno.  Los saladares en general presentan una riqueza florística media pero son comunidades puntuales de alto valor paisajístico, faunistico, florístico y biogeográfico. Según lo recogido por Ana Carrasco en el capítulo Unidades de vegetación de Lanzarote (Tomo II. Hábitats y Ambientes Comunidades y Organismos de Interés. RB Lanzarote) en la isla podemos destacar los siguientes saladares: Saladar de La Santa; Saladares de Órzola (Saladar de La Condesa, Saladar del Charco Viejo-Charco de la Noria y Saladar del Caletón Blanco) y Saladar del Río.

La salinidad en Lanzarote no es una característica exclusiva de los espacios costeros. A este primer piso de vegetación se unen grandes extensiones de malpaís antiguo, cuyos suelos salinos y abruptos permiten la existencia de líquenes, aulagas y matos. La presencia de líquenes en numerosas zonas de Lanzarote destaca como un hecho singular, teniendo en cuenta el clima semidesértico que caracteriza a la isla. La reciente actividad volcánica que se ha sucedido en la isla ha generado auténticos laboratorios de vida en los que descubrir. Los terrenos volcánicos son los preferidos por estos organismos, capaces de sobrevivir en las pequeñas fisuras de los sustratos volcánicos con el agua y nutrientes que absorben del suelo y del aire.

En los Acantilados de Famara se desarrollan importantes comunidades de orchillas (Roccella canariensis), un liquen recolectado en la antigüedad para obtener tintes y que constituyó un medio de vida para la economía insular de Lanzarote y La Graciosa gracias a su exportación a Europa.

El siguiente piso de vegetación está marcado, fundamentalmente, por la presencia de tabaibas. La tabaiba dulce (Euphorbia balsamifera) es el símbolo vegetal de la isla de Lanzarote y la podemos encontrar desde la costa (por ejemplo en el Malpaís de la Corona) hasta las zonas más altas de la isla (por ejemplo en El Bosquecillo), proporcionando además un buen lugar para la nidificación de numerosas especies de aves. El Monumento Natural de La Corona está caracterizado por uno de los tabaibales más extensos y con una mayor presencia de endemismos florísticos del archipiélago.

Los palmerales en nuestra isla conforman una unidad de vegetación que destaca por la presencia del endemismo del archipiélago canario por excelencia: la palmera canaria (Phoenix canariensis). La concentración vegetal más importante que podemos encontrar de esta especie en la isla se ubica en el municipio de Haría. En la actualidad se conserva una importante cantidad de esta especie protegida que, junto a las casas blancas y los terrenos de cultivo, conforman un paisaje cultural único en la isla.

La observación de la flora es una actividad potencialmente vinculable a otras actividades que se desarrollan en entornos naturales y que pueden contribuir a poner en valor la biodiversidad de los ecosistemas. Es el caso del senderismo y la observación de aves. Una parte importante de las personas interesadas en el desarrollo de este tipo de actividades suelen apreciar el valor de la biodiversidad de los espacios que visitan. Se trata de prácticas con un marcado carácter sensorial, que no requieren de un profundo conocimiento previo, pero sí de cierta concienciación acerca de la importancia de preservar la biodiversidad en los ecosistemas locales. La naturaleza de estas actividades permite apreciar la singularidad de los paisajes y ecosistemas sin necesidad de recurrir a medios artificiales, lo que dota a la experiencia de una marcada autenticidad y aceptación dentro del ecoturismo.

Puedes encontrar más información sobre la flora de Lanzarote en la Guía Visual de la Flora Vascular de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote (a la venta en librerías) y también puedes consultar varias webs relacionadas con la flora y la vegetación de Lanzarote (Flora Canaria; Aula de la Naturaleza de Máguez; Desarrollo Local).

El colectivo Revivir Lanzarote aglutina diferentes empresas que ofrecen actividades de senderismo para el conocimiento de los espacios naturales de Lanzarote. Recorriendo los senderos de la isla puede disfrutarse de sus paisajes y encontrarse con ecosistemas donde habitan especies únicas en el mundo.

¡Conoce la flora y disfruta del contraste florístico entre el verano y el invierno de nuestra isla con las empresas Revivir Lanzarote!

.

.

Más información:

• De flor en flor por la Isla de los volcanes. Revista Rincones del Atlántico. Jorge Alfredo Reyes-Betancort.
• Flora silvestre de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote. Sinergia Insular.